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R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 19, n. 76, p. 72 - 85, out. - dez. 2016

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De la amplitud de la definición legal de lo que debe entenderse por

“emergencia catastrófica” se infiere que sus redactores no sólo estaban

pensando en un nuevo atentado terrorista, sino también en un aconteci-

miento que amenazase el funcionamiento de la sociedad estadounidense

en su conjunto. La referencia a que dicho incidente podía ocurrir en cual-

quier lugar del mundo (“sin importar su ubicación geográfica”) sugiere que

en las mentes de los miembros del gobierno de Bush II existía tanto la con-

ciencia de la interrelación de su economía con el resto de economías del

mundo, propiciada por la globalización empresarial y financiera, como de

su dependencia energética de recursos no renovables ubicados en zonas

muy inestables del planeta. Entre dichos recursos se encuentra el petróleo.

Recordemos que, entre otras muchas cosas, tanto el transporte de mercan-

cías y personas como la agricultura, de la que depende la alimentación de la

humanidad, exigen el consumo de grandes cantidades de petróleo.

En noviembre de 1999, Richard Cheney, que dos años después

sería nombrado vicepresidente en el gobierno de Bush II, impartió una

conferencia en el Instituto del Petróleo de Londres, en calidad de direc-

tor ejecutivo de Halliburton (empresa dedicada, entre otros negocios, a

la comercialización de petróleo), en la que afirmó que el petróleo es “el

fundamento sobre el que se asienta todo el edificio de la economía mun-

dial”, para añadir un poco más adelante: “Por lo que respecta al mundo, se

espera de las compañías petroleras que mantengan los descubrimientos y

desarrollen suficiente crudo como para compensar los más de 71 millones

de barriles que se agotan cada día, además de encontrar los que satisfa-

gan la nueva demanda. En efecto, algunos estiman que la demanda mun-

dial de petróleo sufrirá un aumento de un 2% anual durante los próximos

años mientras que simultáneamente se producirá un declive mínimo de

un 3% en la producción por el agotamiento de las actuales reservas. Esto

quiere decir que para el 2010 necesitaremos del orden de 50 millones de

barriles adicionales cada día. ¿De dónde va a salir este petróleo?”

23

De sus palabras era fácil deducir su plena consciencia sobre la pro-

ximidad del declive de la producción mundial de petróleo, lo cual haría

tambalear “todo el edificio de la economía mundial”. A la vista de lo ocur-

rido a partir de 2007-2008, los temores de Cheney no parece que fueran

precisamente los delirios de un paranoico. Recordemos que el precio del

crudo era de 9’82 dólares el barril brent en 1998 y que sólo diez años

23 CHENEY, Richard “Conferencia de Dick Cheney en el London Institute of Petroleum”,

(http://es.scribd.com/

doc/64093898/Conferencia-de-Dick-Cheney-en-El-London-Institute-of-Petroleum ). Consultada el 6 de julio de 2012.