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R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 19, n. 76, p. 72 - 85, out. - dez. 2016

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Edwards Ivins, especializado en la vacuna contra el ántrax (un caso claro

de bombero-pirómano). O bien, la acusación inicial del gobierno español

a ETA y/o a Al Qaeda como autores de los atentados del 11 de marzo de

2004 en Madrid, fue considerada gratuita por los jueces de la Audiencia

Nacional y el Tribunal Supremo español al no poderse apoyar en prueba

alguna

19

.

Y después están los casos en que los gobiernos occidentales han

alertado de supuestos peligros que después han resultado ser puras in-

venciones. El caso más notorio y estudiado lo constituyen las hipotéticas

amenazas con las que se intentó justificar la invasión de Iraq en 2003. Los

supuestos atentados masivos que Al Qaeda iba a llevar a cabo en Europa

gracias a la protección y a las armas de destrucción masiva que les iba a

proporcionar Sadam Hussein, según lo alegado por Colin Powell en su com-

parecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU el 5 de febrero de 2003,

luego se convirtieron en humo debido a la ausencia de pruebas sobre dicha

protección (ausencia de pruebas que un año después reconocería el propio

Colin Powell

20

, al igual que el informe de la Comisión) y, sobre todo, a la ine-

xistencia de las famosas armas de destrucción masiva en Iraq.

Sin embargo, el sector de las poblaciones occidentales más crédulo

se queda con el primer mensaje que lanzan sus gobernantes sobre la au-

toría de los atentados y rara vez cambia después de opinión. Ahí habría

que buscar el auge de la islamofobia entre las poblaciones occidentales.

Su fe y credulidad en lo que dicen y hacen los gobiernos occidentales en

relación con el terrorismo se prolonga cuando da apoyo a las medidas

liberticidas en aras de la seguridad, dado que aquellos sostienen que para

tener seguridad hay que renunciar a la libertad. Quienes defienden la ob-

viedad de que ni los bombardeos en Asia Central, Oriente Medio o Norte

de África, ni tampoco las restricciones de derechos, pueden evitar que se

produzcan atentados (ni siquiera las dictaduras pueden hacerlo, como los

atentados contra la vida de Luis Carrero Blanco, Augustro Pinochet o con-

tra el mismísimo Adolf Hitler, muestran de forma fehaciente), son minori-

tarios y su punto de vista es sistemáticamente despreciado y marginado.

El autoritarismo ideológico que comporta todo lo anterior es pal-

mario. Es más: hay ya bastantes elementos para sospechar racionalmente

que los gobiernos occidentales han obtenido apoyo social a sus políticas

19 Tanto la Audiencia Nacional como el Tribunal Supremo del Estado español consideraron que los atentados en Ma-

drid del 11 de marzo de 2004 los habían llevado a cabo un grupo yihadista local sin conexión orgánica con Al Qaeda.

20

El País

, 10 de enero de 2004.