

R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 19, n. 72, p. 9 - 26, jan. - mar. 2016
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sinadas al año, en una población de 40 millones de personas, algo más del
50% mujeres), encuestas de victimización, etc. los datos van a ser expues-
to con precisión por la ponente Dra. Patricia Laurenzo, máxima experta en
el seguimiento de la ley de violencia de género española. Yo solo quiero
hacer una observación: no hay duda de que se ha ganado en visibilidad,
que lo que hace tres décadas resultaba innombrable, de difícil denuncia y
causa de doble victimización, hoy sale a la luz y recibe el repudio social.
Pero el relato de los avances requiere mucho más tiempo de recorrido,
porque en tanto no se logre incidir paulatinamente, pero de forma deci-
siva y profunda, en los factores estructurales y culturales tantas veces de-
nunciados, no estaremos ante un avance sostenible, no habremos llegado
a una sociedad libre de discriminación y violencia contra las mujeres. El
logro indudable ha sido ya permitir que se nombre y se identifique una
manifestación que quedaba encubierta con los velos de los afectos, las
pasiones, del reparto de los papeles de una dramática película en el que
los poderes desiguales conducen a calladas tragedias personales y a una
sangría social de vidas y de oportunidades negadas a miles de mujeres. Y
es un logro asentado en una tarea compartida, que sigue desarrollándose
bajo un mismo empeño a largo de los distintos países, un empeño en el
reconocimiento de la humanidad plena de las mujeres y de los hombres,
como condición de progreso y de paz social.