

R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 18, n. 67, p. 317 - 329, jan - fev. 2015
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por eso no existe la serenidad suficiente para construir un discurso estraté-
gico desde lo público y desde la dimensión normativa de la política, que sea
capaz de regenerar la democracia. Estamos en una situación de tensión, en
la que es necesario construir hegemonía democrática frente a la hegemonía
neoliberal de los monopolios globales y sus lobbies financieros
12
.
Por ello, dar cauce adecuado a la protesta social es uno de los re-
tos inmediatos. La represión y criminalización sin más, no es la solución. La
esencia de la democracia reside en la capacidad de disenso que tienen los
ciudadanos, incluyendo todas las opciones posibles. Las nuevas protestas
sociales reclaman una democracia desde la diversidad, desde la calle y des-
de una economía sostenible. Uno de los grandes retos políticos del siglo XXI
está en gestionar satisfactoriamente las emociones difusas y las demandas
expresivas de reconocimiento, igualdad e inclusión social que alientan los
diferentes tipos de protesta social en las calles y desde las calles.
De momento, las opciones autoritarias y represivas de la protesta
social reflejan un claro estado de ánimo: no se quiere que la calle sea un
espacio democrático de ejercicio de derechos de ciudadanía. Al contrario,
se pretende convertir la protesta social en un conflicto policial, llegando
incluso a intentar la
militarización
de los conflictos sociales. En España, el
desafío del nuevo sistema de penas y medidas de seguridad, recogidas en
el anteproyecto de
Ley para la Protección de la Seguridad Ciudadana
, abre
un futuro incierto para las libertades y para la democracia. ¿Implica esto,
que se está legislando por encima del Estado de Derecho? ¿O, incluso, con
este tipo de legislación no se estaría creando un problema donde no lo hay?
No son leyes para resolver, sino para provocar. Este tipo de leyes son
innecesarias
, a mi juicio, porque no existe ninguna demanda social que las
justifique, sino todo lo contrario, están siendo utilizadas como instrumentos
de lucha ideológica por los gobiernos autoritarios., con el fin de asustar a la
ciudadanía. Es su respuesta ante la actitud bastante ejemplar de una
ciuda-
danía indignada
, que lleva años soportando medidas de austeridad econó-
mica, de recortes de derechos, de bajadas salariales junto con escándalos de
corrupción política y económica. En definitiva, esta es su manera de asentar
las bases del autoritarismo antidemocrático, criminalizando los conflictos
socioeconómicos y convirtiéndolos en cuestiones de orden público.
12 Actualmente, los lobbies financieros tienen más poder que los gobiernos. Son los instrumentos de los que se
valen los grandes bancos y firmas financieras para presionar a los gobiernos en defensa de un sistema financiero
inestable pero que les beneficia, sin una regulación que prevenga sus riesgos, y que en gran medida no sirve a la
economía productiva y la creación de riqueza. Cfr. Juan Hernández Vigueras,
Los lobbies financieros, tentáculos del
poder
, Clave Intelectual, Madrid, 2013.