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R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 18, n. 67, p. 317 - 329, jan - fev. 2015

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anunciado por Francis Fukuyama

10

, está pasando por una profunda crisis,

que puede conducir a un divorcio con el capitalismo como parte triunfante.

Fukuyama vaticinó el triunfo total de la democracia liberal en lo político

(gobierno representativo) y en lo económico (libre mercado) sobre otras

formas de organización político-económicas. Su profecía fue una de las más

efímeras en la historia de la filosofía política, porque la fuerza compulsiva

de los hechos, derivados, entre otros, de la eficacia del capitalismo chino,

está dando al traste con aquella. Ahora bien, la convergencia con un capi-

talismo de “valores asiáticos”, sí supondría el “fin de la Historia”, al menos

el fin de la cultura occidental de la Ilustración, los derechos humanos y las

libertades, en cuanto código de justicia de las democracias modernas.

La puesta en marcha del proceso de globalización neoliberal ha te-

nido como consecuencia la consolidación de nuevos centros o polos de po-

der, así como de nuevos actores sociales con capacidad para ejercer poder

real y autónomo (un mundo multipolar o, incluso,

apolar

11

). Sus intereses

son particulares y privados. La democracia está derivando hacia la plutocra-

cia y la política se ha convertido en una mera gestión

tecnócrata

de cosas y

personas al servicio de aquellos intereses. La alarma está encendida.

Atrás han quedado los intereses generales y públicos, la defensa del

bien común y del

bienestar

de los ciudadanos y, por lo tanto, la política de-

mocrática ha perdido su dimensión utópica de emancipación social. Es ne-

cesario recuperar esto, porque los seres humanos somos seres utópicos y

los ciudadanos somos sujetos morales. No podemos perder, por tanto, la

esperanza, ni la visión crítica, ni las utopías como ideas regulativas de la

acción social y política.

Resistir para regenerar la democracia: una democracia

post-neoliberal

El objetivo es regenerar la cultura democrática, que desde hace

tiempo da nuestras de obsolescencia, cansancio y agotamiento. Y esto

solo puede venir de la mano de un proceso colectivo, con implicación ciu-

dadana, comunitaria y local.

Pero, ¿hay futuro para la democracia? Creo que sí, y hay futuro, por-

que el presente es de batalla. Estamos en plena “guerra civil” democrática,

10 Cfr. Francis Fukuyama,

El fin de la Historia y el último hombre

, Ed. Planeta, 1992.

11 Un mundo “no polar es aquel dominado no por uno o dos o, incluso, varios, sino por docenas de actores que poseen

y ejercen diversos tipos de poder”: Richard Hass, “La era de la No Polaridad”, en

Foreing Affairs

, nº 3, v. 8, p. 44-56.