Background Image
Previous Page  116 / 590 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 116 / 590 Next Page
Page Background

R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 18, n. 67, p. 105- 118, jan - fev. 2015

116

despenalización completa del aborto en base al reconocimiento real (no

sólo nominalmente, como sucede en países como Brasil donde la mujer

es “santificada” socialmente) de su responsabilidad, en tanto personas

que no contemplan su relación con el feto desde un punto de vista pro-

pietario y son perfectamente conscientes de los motivos que las condu-

cen eventualmente a la difícil decisión de abortar. Hay que recordar que,

sociológicamente, el aborto incumbe sobre todo a mujeres jóvenes y a

mujeres pobres, con acceso limitado al sistema de salud y a los métodos

anticonceptivos, sobre las cuales pesa la amenaza de desempleo al ser

percibidos los embarazos como un hecho antieconómico por la mayoría

de los empleadores. Sobre la cabeza de las mujeres penden amenazas

concernientes a su salud física y psíquica y a su capacidad de autodeter-

minación económica, comúnmente orilladas en los debates que giran en

torno a qué derechos otorgarles en relación a los embriones.

Complementariamente, es preciso reclamar el fortalecimiento de

los sistemas públicos de prevención, lo cual pasa por un doble deber de

los estados: facilitar métodos anticonceptivos a través del sistema nacio-

nal de salud y garantizar una educación específica y universal en materia

sexual desde la enseñanza primaria, como sucede en Holanda, el país que

ostenta el menor número de embarazos no deseados entre adolescentes.

Una educación de este tipo, para ser efectiva y democrática, debe-

ría ir más allá de los riesgos reproductivos o genitales de la sexualidad (de

los miedos

), adentrándose en el aspecto afectivo, placentero y educativo

de la misma. Pues el problema de la (ir)responsabilidad que se hace re-

caer sobre las mujeres que desean abortar lo es, en realidad, de

los malos

coitos

que preceden al embarazo no deseado. Un aspecto que envuelve

también (si no principalmente) a los varones, inducidos sistemáticamente

en los sistemas sociales sexistas y hedonistas en que vivimos a una prác-

tica sexual coitocéntrica, y que son, en suma, los grandes beneficiarios

del reconocimiento del derecho a la interrupción del embarazo sobre el

cuerpo de las mujeres (donde de nuevo aparece el problema general de la

doble moral que atraviesa toda la problemática del aborto). Las altas tasas

de aborto, el alto índice de mujeres que han abortado más de una vez, o la

popularización entre las adolescentes de la nada inocua píldora poscoital

son datos que muestran la necesidad de virar hacia los

deberes estatales

de prevención

, y no tanto seguir discutiendo de derechos

ex post facto

.