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R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 18, n. 67, p. 317 - 329, jan - fev. 2015

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Cuando los ciudadanos dejan de tener puntos de referencia sólidos

y surge un líder, que fija una línea y da pruebas de autoridad sobre los pro-

blemas sencillos, con soluciones falsamente disfrazadas de eficacia, tiene

mucho ganado. Además, si los ciudadanos están distraídos, no se fijarán

en lo importante, se dejarán enredar en peleas que no son las suyas, pre-

ferirán la obediencia cómoda y, encima, perderán su libertad. La libertad,

en cambio, nos mantiene siempre en guardia, ante el poder y ante nues-

tras propias debilidades. No en vano, los derechos de libertad nacieron en

el inicio de la

modernidad

como

límites

al poder establecido. Sin libertad

no hay revolución posible.

A la vez, este discurso neoliberal y conservador alienta sin comple-

jos la estigmatización del inmigrante y/o diferente (el “chivo expiatorio”)

como foco de los males de nuestra sociedad, con la finalidad de distraer y

canalizar la insatisfacción social y económica de los ciudadanos hacia un

odio cultural o religioso, justificando así el mantenimiento y la protección

del

statu quo

. Se pretende sustituir el actual resentimiento económico

por un inducido resentimiento culturalista. De esta manera, las cuestiones

socioculturales y de identidad religiosa han ido tomando cada vez más

protagonismo en el discurso político, enfrentando a derecha e izquierda, y

en una opinión pública que se encuentra dividida en torno al tema religio-

so (fundamentalmente en relación con el Islam) como cuestión identitaria

de los inmigrantes. La

nueva derecha

pretende monopolizar este asunto,

cooptarlo electoralmente, y hacer de él un problema para la identidad

nacional y para la seguridad de nuestras sociedades.

Esta

derecha

habla de la recuperación de valores tradicionales, vin-

culados a la ley, la moral y al orden, de seguridad ciudadana, de disciplina

social, nacionalismo económico y de recuperar la hegemonía étnica y mo-

ral de los Estados, en especial frente a la inmigración o frente a quienes se

salen de la normalidad establecida (homosexuales, transexuales, gitanos,

musulmanes, pobres, marginados,

indignados

…). Se trata de un enfoque

conservador,

caciquil

y

provinciano

5

, basado en el miedo y en la regresión

individual y colectiva, que no duda en acudir a la política de las

tripas,

agitando irracional y visceralmente los sentimientos colectivos de las per-

sonas y sus frustraciones individuales. Todo esto lesiona gravemente la

estructura democrática de la sociedad.

5 ParaFernandoPessoa,“elprovincianismoconsisteenperteneceraunacivilizaciónsintomarparteeneldesenvolvimiento

superiordeella…”:"Elprovincianismoportugués",Artículopublicadoen

NoticiasIlustrado

,Nº9,serie II,Lisboa,12/9/1928.