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R. EMERJ, Rio de Janeiro, v. 18, n. 67, p. 317 - 329, jan - fev. 2015

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en la estructuración democrática de la sociedad y de las administraciones

públicas. Este contexto ha impedido, y sigue haciéndolo, un completo de-

sarrollo democrático de nuestras instituciones políticas y jurídicas.

Pero también se debe a las consecuencias sobrevenidas de la pues-

ta en marcha de políticas neoliberales introducidas por la globalización,

que restringen derechos económicos, sociales y culturales, limitan liberta-

des y dejan a la ciudadanía carente de vínculos de integración y cohesión

social, a la vez que desprotegida ante sus necesidades básicas. Nuestras

democracias necesitan reformas legislativas fuertes, que refunden el en-

ganche legitimador de la ciudadanía con sus instituciones democráticas.

De lo contrario, cada vez será más difícil conseguir el apoyo de amplios

sectores de la población, que ven reducido su nivel de vida y frustradas

sus aspiraciones de mejora social. Y seguiremos teniendo fuertes resisten-

cias sociales, que derivarán en conflictos políticos. Austeridad económica

y autoritarismo político parecen ser cada vez más las características de la

actual política europea y española. Pero es, sin duda, uno de los peores

escenarios posibles.

La democracia es un proceso abierto y complejo de lucha por la

emancipación de todos los ciudadanos. No es una situación estática, sino

un proceso con idas y venidas, donde nunca se puede dar todo por gana-

do, ni todo por perdido. Las expectativas no cumplidas de la democracia

representativa, la ausencia total de democracia social y económica, así

como los riesgos sobrevenidos por el triunfo global del neoliberalismo

económico y del neoconservadurismo político

2

, nos sitúan actualmente

ante un problema filosófico fundacional. Las reglas de la democracia es-

tán en suspenso. El maridaje feliz entre capitalismo y democracia se ha

roto, por la eficacia del capitalismo de “valores asiáticos”, un capitalismo

autoritario, sin libertades, ni derechos, ni democracia. Si este es el modelo

a seguir, cuando los ciudadanos se vean abocados a renunciar a sus liber-

tades a cambio de promesas de seguridad, o cuando mayoritariamente se

acepten políticas de austeridad económica y de privatización de servicios

públicos, los derechos y las libertades progresivamente se suprimirán. Y

cuando se suprimen derechos y libertades, se atenta directamente contra

las bases estructurales de la democracia.

2 Más ampliamente desarrollado en María José Fariñas Dulce,

Mercado sin Ciudadanía. Las falacias de la globaliza-

ción neoliberal

, Biblioteca Nueva, Madrid, 2005.